El funcionalismo considera que la sociedad puede concebirse como un sistema de partes interrelacionadas, es decir, una organización de actividades interconectadas, repetitivas y estandarizadas. Dicho sistema tiende naturalmente hacia un estado de equilibrio dinámico pero si se manifiesta un desequilibrio se generarán fuerzas que tenderán a restaurar la estabilidad. De esta manera, todas las actividades repetitivas de una sociedad contribuyen hacia un estado de equilibrio y cumplen un rol de mantenimiento de la estabilidad del sistema. Además, algunas de las actividades estandarizadas son indispensables para que ésta continúe su existencia.
Así pues, en nuestra sociedad los mass media juegan un importante papel dentro de esta teoría (funcionalismo) porque además de mantener el equilibro que antes comentábamos entre las partes de la sociedad, también son los encargados de persuadir al mayor número de personas, a través de la emisión continua y masiva de información, para así conseguir que estas personas tengan unas determinadas reacciones ante la información promovida.
Ahora bien, cuanto a la función o disfunción que provocan los mass media en esta sociedad podemos decir que “función” encajaría en el caso de que la acción de emitir una determinada información alcanzara los objetivos previamente propuestos, es decir, cuando podamos comprobar que esa información ha generado algún tipo de reacción por parte del receptor. En el caso de que no alcanzaran dichos objetivos estaríamos hablando de “disfunción”.
Para hablar de funcionalismo en el tema tratado en nuestro blog tendríamos que aplicarlo a la publicidad. En este caso la función o disfunción de la publicidad actuaría de similar manera que en los medios de comunicación, debido a que el cometido de la publicidad es transmitir un mensaje con el que se pretende persuadir al receptor para que éste actúe de una determinada manera siempre planificada previamente bien sea para que adquiera un servicio, un producto, o simplemente cambie de opinión respecto de algún tema o idea. En el momento en el que no logramos alcanzar la meta que nos habíamos plateado, o lo que es lo mismo, cuando se emite un mensaje y el receptor no reacciona de la manera esperada o simplemente no reacciona ante el mensaje porque éste no ha influido en él, estamos ante un claro caso de “disfunción”. Normalmente cuando se produce dicha disfunción se debe a una planificación incorrecta de algún/os de los pasos que se llevan a cabo a la hora de elaborar un mensaje publicitario. Puede haber fallado tanto el mensaje en sí, como la planificación de medios, como cualquier otro paso.
Finalmente, debido a que nuestro tema se fundamenta en la “No publicidad”, en mi opinión que una empresa/institución no realice ningún acto de comunicación, en este caso publicitaria, para promocionar su producto o su servicio denota un claro acto de “disfunción” independientemente de que no lo necesite para posicionarse en el mercado o para aumentar ventas.
La mayor disfunción existente es, sin ninguna duda por mi parte, la total ausencia de comunicación.
Míriam Escribano García